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Bárbaros

  • César I. Oliveros
  • 30 nov 2015
  • 2 Min. de lectura

Un experto habla desde el televisor. Opina. En el subterráneo-atascado como siempre-los politólogos, internacionalistas, sociólogos, antropólogos… Opinan. Los periódicos se llenan de sangre y sexo; Eros y Tánatos por fin en la misma página. Prendo la radio y una mujer escupe vituperios contra la religión más sanguinaria, retrograda, misógina; no necesariamente se refería al cristianismo. ¡Apocalipsis!, sectas, grupos secretos se frotan las manos y ríen porque todo ha sido planeado. Incluso las profecías y conspiraciones alienígenas tienen cabida. Toda opinión es valiosa, hagamos juicios en las plazas públicas: ¿Qué es lo que busca el otro?, ese otro digno de estudio, indigno ser humano. Ellos tan ajenos.


Más que una nueva invasión de bárbaros, vivimos una invasión de expertos opinólogos, una cascada de información esquizofrénica y precoz. El internet ha democratizado la estupidez, ha dado la voz a los obtusos, a los pelmazos a los que escriben en un blog… Umberto Eco hizo una declaración similar en la cual sentenciaba: “…Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar…” esto indignó a algunos, entre ellos grandes líderes de opinión. Incluso se le acusó de fascista en muchos foros, pero algo de razón había en sus palabras más o menos digeridas. No propongo la censura y brigada de la opinión, como en las novelas distópicas, pero si tengo fe en la revaloración de la autocrítica y el oráculo de la prudencia.



Los humanos muertos, mutilados, desplazados, vejados; niños y niñas que sólo han conocido el dolor, merecen que nos detengamos a pensar, a reconsiderar el concepto humanidad. Y no sólo cumplamos con el ejercicio de hablar casi como reflejo de martillazo en la rodilla. Somos bárbaros, ¿unos más que otros? ¿Con qué medimos la barbarie, la brutalidad? No sé si exista un ábaco de muertos ¿El nivel de muertos o saña con la que se asesina es proporcional al nivel de barbarie en un pueblo?, o dejamos que la historia justifique unas masacres y condene otras. La historia; que nos ha enseñado que el mundo no se ha transformado tanto después de todo; se ha sofisticado la violencia y el ansia de imponer nuestra voluntad. Destruir al otro porque mueve nuestros paradigmas, hace la existencia incómoda, devela el miedo y nuestra posible desaparición.


El bárbaro es el extranjero, el violento, el incivilizado; Un espejo, no metafóricamente. Ese, es el reflejo de lo que somos, pero no siempre nos agrada lo que vemos. Mejor miremos a otro lado, mejor nos apresuramos a opinar y condenar, mejor nos inmolamos y proclamamos nuevas naciones, nuevos constructos; reivindicamos la ficción humanista, política y religiosa. Es preferible creer que nunca moriremos, nos tranquiliza, porque esta vida no importa, lo mejor y lo peor están por venir.

La obra del Laocoonte y sus hijos es un óleo sobre lienzo pintado por el artista renacentista Doménikos Theotokópoulos 1541- 1614 más conocido como El Greco.


 
 
 

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